lunes, 4 de abril de 2011

Pragmatismo

A finales del Siglo XVII las obras de John Locke y (1632-1704) y E.B Condillac (1715-1780)  inspiraron una forma nueva de enfocar el estudio del conocimiento humano. Su punto de partida se basa en analizar las sensaciones humanas para ir explicando a partir de ellas la formación de ideas, lo que nos lleva a construir también una nueva teoría del lenguaje.

Locke buscaba una verdad más clara y sencilla para explicar, principalmente, el comportamiento humano. Comenzó desconfiando del método Cartesiano (Descartes), que consistía en analizar las ideas del pensamiento para aprehender en ellas la realidad inmediata e indudable. El método de Descartes, suponía que en el espíritu ya existían ideas innatas, es decir, que nacen en el mismo espíritu. Pero Locke negó la existencia de estas ideas innatas, ya que para él, el hombre llega sin conocimiento alguno; y aunque algunas ideas así lo parezcan, se dan porque son constantemente enseñadas desde una edad muy temprana, como es el caso de la conciencia de la existencia de Dios.
Locke decía que la mente está constituida por ideas, las cuales son adquiridas por medio de la experiencia, ya sea a través de los sentidos externos, o por la reflexión, que es el sentido interno por el cual la mente es consciente de sus operaciones.
El pragmatismo distingue entre ideas simples y complejas. Las primeras vienen de la sensación y la reflexión, se reciben de forma pasiva en la mente y son elementales, no analizables. A partir de estas, se derivan las ideas complejas, susceptibles de ser descompuestas en ideas simples. Por lo que si en la mente sólo hay sensaciones que se asocian, descomponen y dividen, entonces la psicología sólo puede tratarse de modo análogo, como cualquier ciencia exacta, además de que los hechos psíquicos pueden estudiarse matemáticamente.

Pierce y su máxima
Para Pierce, el ambiente que rodea al ser humano, está lleno de estímulos, que él llamó irritaciones, que dan al hombre la necesidad de actuar de cierta manera.  Al principio estas irritaciones carecen de propósitos por ser sólo descargas de actividad, pero con el tiempo, entre más irritaciones se guardan en la memoria, el sujeto es capaz de seleccionar y asociar las respuestas más adecuadas a cada una de las irritaciones.
Este proceso de asociación sólo es posible mediante la utilización de símbolos, que permitan la codificación y transformación de cualquier experiencia, estableciéndole una pauta de conducta que depende de la libre interpretación de la experiencia mediante herramientas simbólicas y se fijan de acuerdo a procedimientos y normas que regulan la formación y transmisión de signos (lógica). Para Pierce el desarrollo del conocimiento se encuentra en la función simbólica, controlada mediante operaciones lógicas.
Conocer la esencia de un objeto, equivale a conocer su comportamiento y todo lo que a él se relaciona, y esto es lo que se expresa en el modo de significar del lenguaje. A esto se le conoce como “la máxima de Pierce”: Consideremos qué efectos, que se pueden tener concebiblemente repercusiones prácticas, concebimos que tienen el objeto de nuestra concepción. Entonces, nuestra concepción de esos efectos es el todo de nuestra concepción del objeto.
Lo que se puede concebir del objeto, en la medida que se puede formas una creencia sobre él, es el modo en que puede entrar en relación con quien lo concibe, como ingrediente potencial en alguna situación práctica; es decir, como un dato cuya presencia o ausencia con tales características, representaría un factor que tener en cuenta a la hora de planear una acción.
De esto se desprende que la concepción del objeto es una consecuencia del comportamiento posible que este puede manifestar, expresado en términos lingüísticos por el sujeto.

William James y el principio de la huella motora
Willian James mantenía su principio pragmatista al admitir que el pensamiento es lo primero y lo último y lo de siempre en el actuar, ya que la actividad mental, el hábito, el sentimiento y la emoción son fenómenos principalmente fisiológicos. 
James concibe la conciencia humana desde el punto de vista de la acción motora a partir de su postulado basado en que “toda la conciencia es motora”, deduciendo  después un principio que denominó de la huella motora o de la acción ideomotora, que es la utilización de la naturaleza psicofisiológica del hombre para explicar lo más complejo de su comportamiento, como la formación de conductas, las emociones, etc.
James defiende que todas las impresiones de los nervios aferentes producen siempre alguna descarga en los eferentes, por lo que encontramos una constante y profunda implicación de los fenómenos motores en lo que llamamos procesos cognitivos, desde la más simple de las sensaciones, percepciones, imágenes y recuerdos hasta el pensamiento.  
Para James todos los estados mentales determinan una actividad corporal. Ocasionan cambios en la respiración, la circulación, la tensión muscular general, la actividad glandular o visceral, aún cuando no produzca movimientos visibles en los músculos de la vida voluntaria. Los movimientos imaginados de cualquier objeto parecen paralizados desde el momento en que no van acompañados de sensaciones de movimiento.
Como podemos observar, las ideas de Pierce y James son muy similares respecto a los estímulos y la conciencia, ya que ambos recurren al modelo de arco reflejo para configurar la base de donde partirán todos los procesos cognitivos. Al poner énfasis en este modelo, todos estos procesos adquieren un valor relevante en la comprensión del acto voluntario, al participar en ellos el principio de la huella motora.
Con el paso del tiempo se va configurando el acto voluntario, mediante dos mecanismos , íntimamente relacionados, que actúan sobre las sensaciones, las emociones y la creación de hábitos, como son la atención y las imágenes anticipadas de los resultados de cada movimiento.
El pragmatismo se presenta como una teoría que no sólo busca superar las dicotomías filosóficas entre la lógica del conocimiento puro y la lógica subjetiva de los valores y del comportamiento, sino que además, localiza en la acción el origen del conocimiento humano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario